Las semillas nativas y criollas son bienes comunes de los pueblos y comunidades por ser fundamentales para la vida, la cultura, los saberes, la salud y los sistemas tradicionales de agricultura.
Desde épocas ancestrales las semillas se comparten en comunidad y han circulado libremente sin restricciones, sin controles externos para su
producción, uso y difusión, pero sí con responsabilidades expresas, asumidas por las comunidades en su quehacer y cuidados de siglos. Hoy las hemos recibido en prenda de nuestros antepasados para entregarlas a nuestros hijos e hijas garantizando soberanía y autonomía alimentarias.
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