Boletín del WRM 265/ Marzo 2023
A los pies del Monte Mabu, en la región central de Mozambique, la expansión de las plantaciones de caucho de la empresa Mozambique Holdings restringe el acceso de las comunidades Manhaua a su propio territorio. Este proceso de expansión tiene lugar mediante abusos sistemáticos que ponen de manifiesto el fuerte contraste entre las distintas formas en que la población y el capital extranjero se relacionan con el lugar donde están.
La población de Mabu se distribuye entre las comunidades de Limbue, Namadoe, Nangaze y Nvava, y está conformada sobre todo por el pueblo Manhaua. Según el jefe administrativo de la localidad, la población de los cuatro pueblos supera las 10 mil personas, pero según los líderes locales, la cifra está sobrestimada. Esas comunidades guardan una profunda conexión con sus territorios y sus modos de vida reflejan de forma directa su relación con el entorno físico que habitan.
La vida en Mabu tiene algo que se parece a la de otras comunidades, ya sean más grandes o pequeñas, africanas o no: la carga adicional que soportan las mujeres. Además de participar activamente en el cultivo de las machambas, las mujeres también son responsables de todo el trabajo doméstico que implica preparar la comida, cuidar de los niños y recorrer largos trechos en busca de agua y leña, tareas que realizan acompañadas sobre todo por sus hijas. Sin embargo, el espacio que ocupan las mujeres en los espacios comunitarios de toma de decisiones es casi inexistente. Del mismo modo, hay menos niñas en la escuela, lo que ha resultado en tasas de alfabetización más bajas y un menor nivel de conocimiento del portugués, el idioma oficial del país. Otro desafío comentado en las conversaciones fue la frecuencia relativamente alta de matrimonios precoces de niñas de entre 12 y 14 años, por ejemplo.
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