Algunos aspectos importantes para su análisis
Durante los últimos cincuenta años hemos vivido un fuerte proceso de apropiación de las semillas agrícolas por parte de las grandes corporaciones multinacionales. Esto se hace con el apoyo del desarrollo de legislaciones relacionadas que favorecen un tipo de semillas de corte empresarial (híbridas, de alto rendimiento y los transgénicos), a través de complicados sistemas de registro y certificación, que son discriminatorios a las semillas nativas y otro tipo de semillas en las que se basa la soberanía alimentaria del país, minando la base de la autonomía de los pueblos y poniendo en riesgo el legado cultural de miles de comunidades campesinas.
Se está discutiendo en la Asamblea Nacional de Ley de Agrobiodiversidad y Semillas, en la que está en juego el que se revierta esta tendencia, o se consolide.
Este no es un tema menor, en un país donde todavía la mayoría de semillas que circulan y de las que depende la producción de alimentos, son de origen campesino o no procedentes del sistema “empresarial”. A esto se suma que el Ecuador es uno de los países del mundo con mayor agrobiodiversidad, expresada en cientos de variedades nativas y criollas que están en manos de miles de agricultores campesinos, indígenas, montubios y afrodescendientes. Estas comunidades, pueblos y nacionalidades son los que han domesticado, mejorado, conservado, creado y recreado desde hace milenios, las variedades que han llegado hasta nuestros días.
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