NO ES LO MISMO UNA PLANTACIÓN COMERCIAL QUE UN ECOSISTEMA NATURAL

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Ecuador, país de la mitad del mundo, es reconocido a nivel mundial por la riqueza y diversidad de sus ecosistemas y sus culturas. Muchas son las naturalezas, como las de las islas Galápagos, las de la selva amazónica con sus exuberantes bosques, sus tierras altas y varseas, o los helados páramos altoandinos con sus bosques de musgos barbados, sus almohadillas húmedas, ciervos, lobos, y tantas más. Ecuador es un estado multicutural y plurinacional.

A pesar de que las políticas públicas debieran estar enfocadas en defender los derechos de los pueblos y de la naturaleza, estas continúan profundizando un modelo depredador, destructor y que atenta contra los derechos.

El caso de los bosques es patente. Según el Ministerio del Ambiente (MAE) la deforestación es de 67.000 ha al año, mientras que el CLIRSEN señala una cifra de alrededor de 200.000 ha. La desaparición de bosques representa una importante pérdida de biodiversidad, y también un perjuicio económico –y sociocultural- para los pueblos que los habitan o que dependen de ellos. También las tierras agrícolas dependen del agua que los bosques crían y retienen para luego filtrarse. Los bosques son el mejor método para prevenir inundaciones en tierras bajas, combatir el cambio climático, y asegurar las lluvias para los años venideros. Los bosques son vida.

El Estado, ha establecido insuficientes políticas enfocadas a la reparación integral de los bosques, páramos y tierras agrícolas que han sido degradadas o erosionadas. Lo que es una obligación considerando que la Naturaleza tiene el derecho constitucional a la reparación.

En enero del 2013 arrancó el Plan de Incentivos para la Reforestación con Fines Comerciales cuyo objetivo es establecer 120.000 ha de plantaciones forestales en los siguientes cuatro años, con una inversión estatal de aproximadamente 230 millones de dólares. Durante ese año se sembraron 19.300 ha de monocultivos forestales y hasta diciembre del 2014 el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP) tiene planificada la entrega de $ 9,5 millones para cumplir con las metas de este programa. Las especies que se incluyen en el programa son especialmente eucalipto, pino, teca, y mielina.

La siembra de estos árboles ya ha mostrado efectos socio-ambientales negativos a nivel mundial, y en un estudio realizado en el Parque Nacional Cotopaxi donde se investigó los efectos de la plantación de pinos en el páramo se observó un cambio muy rápido: “ya que el monocultivo de pinos había transformado el páramo, “alterado su estructura y sus funciones, especialmente su función hidrológica, los suelos se tornaron más secos, menos orgánicos, más ácidos y más gruesos, la capacidad de retención y la producción de agua disminuyó al igual que   la diversidad vegetal, especialmente la diversidad de plantas epifitas”(1).

Para el MAGAP, la mayor expansión de estas plantaciones sería en la provincia de Esmeraldas que mantiene la tasa de deforestación más alta del país amenazando la conservación de los últimos remanentes del ecosistema del Chocó y cuya biodiversidad sería alterada para siempre, pues al talar el bosque nativo para “aprovechamiento forestal sustentable” este ecosistema sería remplazado por un monocultivo de árboles. Esta política a la larga significa que en lugar de detener la deforestación esta se mantendrá en su ritmo insustentable.

De acuerdo al Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales(WRM), “se da el caso de que la plantación justifica la deforestación, ya que se sostiene que la corta de amplias áreas no constituye deforestación en caso de que sea seguida por la plantación de árboles. En algunos casos, el simple anuncio del interés de empresas plantadoras de invertir en determinada región resulta en un movimiento especulativo que consiste en adquirir y degradar rápidamente áreas de bosques para posibilitar que las mismas puedan ser luego destinadas a la plantación de árboles por parte de dichas empresas” (2).

Los bosques nativos que son usados de muchas maneras (plantas medicinales, semillas para artesanías, madera para casas o canoas, cacería, pesca, agua limpia, rituales) por pobladores indígenas, afroecuatorianos, campesinos y otros, serán remplazados por monocultivos forestales privados, cercados, cuyo ingreso suele estar restringido y que provee muy pocos productos en beneficio de la fauna y pobladores locales.

El establecimiento de monocultivos forestales significa un beneficio para quienes ya lucraron con la depredación del bosque nativo, y además implica alterar indefinidamente los territorios, la biodiversidad, la tierra y el agua, la soberanía alimentaria, culturas, conocimientos ancestrales y en definitiva el patrimonio natural de los ecuatorianos en provecho único de la industria forestal de siempre.

“Brillaba, brumeando negro, el sol;

agiliscosos giroscaban los limazones

banerrando por las váparas lejanas;

mimosos se fruncían los borogobios

mientras el momio rantas murgiflaba”.

Lewis Caroll*

* Descripción del Bosque Turgal en el poema “Galimatazo” que lee Alicia en “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”, de Lewis Caroll.

NOTAS:

  1. (1)Suárez Luis. 2000.La Forestación en la Sierra Ecuatoriana: el punto de vista ambiental. En La Forestación en los Páramos. Serie Páramo 6. GTP/ Abya Yala. Quito.
  2. (2)Carrere Ricardo.1999. Diez Respuestas a Diez Mentiras. WRM Uruguay. http://wrm.org.uy/es/files/2013/04/10_Respuestas_a_10_mentiras.pdf

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