EL DESMONTE DE LA CONSTITUCIÓN DE MONTECRISTI

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A la Constitución de Montecristi le están removiendo los cimientos, a pesar de que ha sido internacionalmente reconocida como la constitución más verde. Sobre ella pesa un trabajo de desmonte, ya sea por las reformas propuestas como por la interpretación que se hace de ella, para hacerla funcional a viejas y nuevas estrategias neoliberales.
Estas prácticas colocan en el mercado a la naturaleza, con sus elementos, ciclos, funciones, estructuras, seres humanos, no humanos y espirituales; haciendo del ambiente un tema incómodo pero fácil de desplazar o acomodar para impedir que se afecten los intereses económicos clásicos de las industrias extractivas, al capital y al sistema financiero.

Los tiempos posconstituyentes han sido una sucesión de penosos procesos de desconocimiento de los avances en materia ambiental. Las fronteras extractivas se amplían, las megainfraestructuras avanzan, los agrotóxicos se impulsan con apoyo de cuantiosos subsidios, los servicios ambientales se imponen seductoramente sobre comunidades del páramo, los bosques y el manglar. Se fomenta un modelo implacable con la naturaleza y los seres humanos. 

Últimamente, mediante reformas constitucionales, se propician algunos retrocesos especialmente graves. La anulación de la consulta popular o referéndum para casos de interés nacional, como es el Yasuní, significa liquidar un ejercicio esencial de la democracia (acaso un castigo para los Yasunidos todavía peor que el fraude que se les hiciera).

También se busca afectar las garantías constitucionales, castigando a quienes defienden los derechos, pues éstos se volverían inexigibles. Además se pretende que los conocimientos ancestrales asociados a la biodiversidad puedan patentarse bajo el régimen de propiedad intelectual, lo que será un castigo a los pueblos indígenas, cuyos saberes, ciencias, tecnologías, circulan libremente como las semillas, como la palabra.

La Constitución de Montecristi contó con una gran participación. Más de 300 organizaciones y sus delegaciones llegaron a Ciudad Alfaro con propuestas sobre cómo cambiar y refundar el país. Acción Ecológica fue parte de ese proceso y lo asumimos con responsabilidad.

Trabajamos por los derechos ambientales, los derechos de la naturaleza, los derechos colectivos, el sumak kawsay y la plurinacionalidad; cimientos no sólo de la Constitución que se amenaza demoler, también sintetizan las agendas históricas de los movimientos sociales de nuestro país, y con los que mantenemos nuestro compromiso y empatía como colectivo ecologista y como personas.

Nuestros estatutos  invocan la promoción de “la defensa de los derechos de la naturaleza con el fin de asegurar la preservación de un medio ambiente sano y alcanzar los derechos del buen vivir, promoviendo su respeto integral”, bajo la premisa de que la naturaleza tiene derechos y la defensa de esos derechos es garantía para unas condiciones adecuadas para la vida de los ecuatorianos y ecuatorianas.

La promoción y búsqueda de un verdadero buen vivir es el resultado de constatar “la problemática que tiene que ver con  la contaminación de los ríos, el mar, fuentes de agua, aire y suelos”, por eso su difusión es parte de nuestros objetivos. Al reconocer la plurinacionalidad, reconocemos las tecnologías, los saberes, la ciencia de las diferentes nacionalidades, que abren caminos para lo que desde hace casi treinta años definíamos como bases para la autonomía e inspiración para nuevas formas de relacionamiento social y con la naturaleza.

Entre nuestros objetivos está también el “colaborar con las instituciones públicas o privadas nacionales o extranjeras en la defensa y protección del medio ambiente” y así lo hemos hecho, también en la Asamblea Constituyente.

Acción Ecológica, con sus casi treinta años de activismo, investigación y trabajo, sabe que ha aportado con la conciencia ambiental, en el conocimiento y reconocimiento del país, en la voluntad y compromiso con los cambios. 

Hoy, con alegría reconocemos una nueva generación que da señales esperanzadoras de coherencia, compromiso, participación, en defensa de la vida, la diversidad y la democracia.

Nuestro trabajo no es el resultado de un error cometido por el presidente de la república. Es un acierto forjado por nuestro colectivo que nació un día de luna llena en noviembre de 1986 y se plantea seguir trabajando con apego a nuestros objetivos.

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido […]
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta; […]
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado

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