Estrategias de imposición vs Estrategias de resistencia

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Hemos vivido 5 años de mensajes confusos entre la conservación y la explotación del Yasuní. Con la constante amenaza de explotación en un horizonte, que parecería difícil extenderse más allá de febrero del 2013.

La explotación petrolera del Yasuní siempre ha sido un hecho político complejo: Un área protegida, Reserva de Biósfera, territorio indígena, zona intangible, zona de importancia turística, zona de bosques naturales -en un entorno devastado por las actividades petroleras-

, pero también sitio con las principales reservas petroleras del país. El petróleo, aún siendo de mala calidad, es finalmente una de las mercancías más codiciadas del mundo.

Para allanar el camino de la explotación, el gobierno ha sostenido una estrategia de comunicación basada en cuatro elementos clásicos:

– Distracción: desviando la atención del público. Se anuncia que se explorarán gigantescas áreas con cantidades reducidas de crudo para minimizar la decisión de la explotación tanto en el sur de la amazonía como el Yasuní.

– Diferir la decisión: Se mantenido la idea de una posible explotación en un futuro que cada vez es más cercano. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato.

– Gradualidad: Para hacer que se acepte una medida inaceptable, bastó aplicarla gradualmente. Primero una licencia de dudosa legalidad, después una carretera dentro del parque, luego la tubería, la termoeléctrica, un corredor petrolero, dejar todo listo, para hacer más rápido y menos visible el arranque de la explotación.

– Necesidad: Se construyó un problema y ahora se pretende imponer la explotación como única solución. La venta anticipada de petróleo y la necesidad de ingresos fiscales terminan imponiendo el discurso de la necesidad.

-Apelar a las emociones: Se construyó el discurso del “tonto útil” y se alimenta el resentimiento social en contra de una supuesta falta de apoyo, aunque muchas veces se dice que el apoyo es inmenso para justificar la millonaria campaña comunicativa que no convence por las propias contradicciones del mensaje.

Todo esto ha estado acompañado de una estrategia de disciplinamiento y control. Oponerse, resistir, incluso disentir o criticar las “políticas nacionales” resulta argumento suficiente para descalificaciones, enjuiciamientos y censura.

 Para mantener vigente a la iniciativa Yasuní, los movimientos sociales y las campañas por su defensa, han trabajado por hacer de este un tiempo creativo, para fortalecer discursos y visiones que anteponen la vida y la naturaleza a la extracción petrolera.

 Con una estrategia de comunicación creativa, de pocos recursos, pero de alto impacto, se ha logrado hacer del Yasuní un emblema (nacional e internacional) a favor de la conservación frente al petróleo. Se ha puesto un signo de interrogación a los imaginarios del petróleo, develando los impactos, los costos, los sacrificios, los conflictos, que demuestran que continuar con el sacrificio de territorios, es un absurdo.

 Todos los sectores de la sociedad, indígenas, mujeres, jóvenes, niños y niñas, trabajadores, incluso los propios trabajadores petroleros, se han sumado a la idea de hacer de Yasuní un lugar libre de explotación petrolera.

 La solidaridad con los pueblos que resisten se ha amplificado, cada vez hay más certezas de que los pueblos que se resisten a los proyectos que destruyen la naturaleza no solo que no deberían ser reprimidos sino, por el contrario, deberían ser premiados.

 Habrá que ver si se respeta la ley y se hace una consulta popular para decidir el futuro del Yasuní.

 Acción Ecológica

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