QUITO SOMETIDA A UNA URBANIZACIÓN SALVAJE

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El filósofo y periodista peruano Salazar Bondi escribió el ensayo “Lima, la horrible” donde denuncia la falsa conciencia y propone una utopía, es decir, una verdadera transformación de la sociedad” en la capital peruana (1). Hasta hace pocos años, los habitantes de Quito nos sentíamos orgullosos de una ciudad donde se solía decir que “se podía vivir” y nos remite a pensar si la sentencia de este escritor peruano lastimosamente se puede aplicar también a la capital del Ecuador.
“Seis de la mañana, la capital se asume en estrés, 400 mil autos se toman las vías de la ciudad: esmog, pitos, ansiedad, contaminación, es la tónica común en las calles; dicho panorama parece homogéneo a lo largo del día, aun cuando existen atenuantes como el pico y placa y el contraflujo que, poco a poco, van quedando como soluciones muy limitadas…” (2).

¿Es que acaso los habitantes de Quito se han resignado a no hacer efectivo su derecho a la ciudad y condenarse a una degradación sistemática socio-ambiental? ¿Acaso está Quito sometida a lo que se conoce como la urbanización salvaje (3)?

La ciudad de Quito, así como sus similares en Latinoamérica, no ha estado al margen de los procesos acelerados de urbanización, claves en el vaciamiento del campo y el deterioro ambiental, acompañados de procesos de privatización del espacio público, y de empobrecimiento, exclusión y segregación social y espacial.

Tomando como ejemplo a la movilidad en Quito, no se necesita tener a la mano cifras exactas para darnos cuenta que el tráfico se ha convertido en una contrariedad. Sin embargo, los problemas van más allá del número de vehículos en circulación -esencialmente privados- o del incremento de vías, pues eso aleja la mirada del grupo que se considera la base de la movilidad sostenible: los peatones.

Frente a la necesidad urgente de enfrentar esta situación crítica, las políticas urbanas sobre movilidad peatonal y no motorizada se limitan a la construcción de bulevares y ciclo vías, sin considerar a estos sectores dentro de una política integral y sostenida. La seguridad peatonal y del ciclista debería ser analizada desde lo cotidiano y desde el uso de los espacios en la ciudad; pero no es así pues se prioriza el uso del automóvil particular frente al transporte público (4). Autos en las veredas, irrespeto en los cruces, actitud pro automóviles es la tónica hostil que se asume como “normal” en nuestra ciudad.

Otro problema asociado es el ruido. Ni las noches o los fines de semana nos salvamos. El ruido de los motores de buses obsoletos, o de camiones (volquetas, cementeras, y retroexcavadoras) que circulan sin control; la “bulla” de las innumerables construcciones de nuevos edificios por doquier; los silbatos de los policías de tránsito que con desesperación hacen uso del mismo para tratar de controlar el tráfico; y claro, las alarmas y los pitos de los autos que demuestran el grado de estrés y agresividad que reina en la ciudad.

El problema de fondo es el capitalismo que nos subsume en una lógica donde prima lo individual frente a lo colectivo, “descosiendo” el tejido social, desconectando a la persona de su entorno social y ambiental; la consiga tácita desde el poder es evitar que la persona sienta la necesidad de construir comunidad, reforzar sus derechos o cambiar lo que se ha “normalizado”.

Pero hay soluciones, muchas y diversas. Una de ellas es muy simple: ¡SALGAMOS A CAMINAR! A más de aportarnos con salud y bienestar, es el ejercicio político más importante para poder construir la ciudad que queremos: pisar, sentir, percibir, meditar, soñar, ese es el ejercicio propuesto para el lector para empezar con el cambio.

Pero para que los sueños no se detengan es importante compartirlos discutirlos, combinarlos con los de los vecinos. La vida de barrio es esencial en este andar. La ciudad que queremos no pasa por esperar a que sean las autoridades las que “nos den decidiendo” o que nos impongan su criterio sobre lo que deben ser las prioridades. Debemos involucrarnos y hacer efectivos nuestros derechos y nuestros deseos de ciudad y, en este escenario, las autoridades deben encargarse de respetarlos y cumplirlos.

Los derechos se han ganado en las calles, y debemos ser literales. Ejerzamos nuestro legítimo derecho a una movilidad segura y saludable en la ciudad, que son también parte del Sumak Kawsay.

ACCIÓN ECOLÓGICA

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Referencias:
(1) http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32848813
(2) Noticia del Diario Hoy. Hacia un Quito con movilidad sustentable del 15/Febrero/2014
(3) Hay mucha información sobre este nuevo concepto. Se pueden visitar las siguientes     páginas web:
http://www.uccs.mx/images/library/file/Presentacionprogrurb.pdf
http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=17510
http://www.jornada.unam.mx/2013/07/30/politica/012n2pol
(4) Un autobús significa 60 autos particulares menos en circulación

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