Como sucede en otras regiones del país, el Norte de Esmeraldas también se ha vivido la extracción de madera de balsa.
La provincia de Esmeraldas forma parte de la ecorregión del Chocó (que se extienden desde Panamá hasta el noroccidente del Ecuador). En el Chocó se encuentran los últimos reductos de bosques tropicales de la costa del Pacífico latinoamericano; un bioma con una de las mayores riquezas de diversidad y complejidad ecológica. A pesar de ser un territorio que debería estar destinado a la conservación, su flora y fauna están fuertemente amenazadas por el monocultivo de palma y la minería ilegal.
San Lorenzo en la zona Norte de Esmeraldas, vecina de Colombia, es uno de los cantones fronterizos más pobres del país con 84,6% de pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas. En la parroquia rural de San Javier de Cachaví, un alto porcentaje del bosque natural ha sido talado por empresas palmicultoras, a pesar de que sus suelos deben estar destinados a la conservación (Clase VIII) (2). Ahí, apenas el 20% de las tierras agrícolas disponibles son usadas por sus pobladores para actividades de ganadería a pequeña escala con huertas familiares donde cultivan verde, cacao y especies frutales. Todo lo demás es palma. Ahora se enfrenta el peligro del balseo.
Testimonios de varios comuneros de las parroquias rurales de San Lorenzo hace 8 meses, muestran que en plena pandemia, se inició con fuerza la extracción de madera de balsa del bosque del Chocó, tanto de territorios de comunas afro, como de indígenas Chachi. Se ha realizado extracción ilegal de balsa incluso dentro de la Reserva de la Mache Chindul.
A la extracción de balsa, se suma el inicio de plantaciones de árboles de balsa en estos territorios, aunque la gente no tiene experiencia en el cultivo. Les han convencido que siembren, y les han dicho que en 4 años pueden cosechar la madera.
Los campesinos empobrecidos de la zona, que trabajan en muchos de los casos como jornaleros de las palmicultoras, esperan recuperar la inversión aproximada de 400 dólares por la compra de las 1.100 plántulas plantadas en una hectárea y media de terreno. Ellos estiman recibir 70 dólares por cada árbol, cortado en tucos de 2,6 metros de largo. Sin embargo esto es incierto, pues el mercado mundial y el precio de la balsa dependen de las macro políticas de China.
Al recorrer la carretera de San Lorenzo a Lita, se apreciar grandes lotes plantados con balsa, lo que cambia el paisaje del territorio. Sólo en la parroquia rural de San Javier de Cachaví los pobladores calculan que están sembradas 400 hectáreas. Otros lugares como Carondelet, Santa Rita y la Concepción también están afectados por la siembra de balsa, que se suma a otras problemáticas como es el monocultivo de palma y la minería ilegal.
Al preguntar a los comuneros sobre tenían antes en los lotes donde hoy está la balsa, dicen que “eran zonas de cultivos de verde y de cacao”. Es decir, los comuneros están sacrificando áreas de soberanía alimentaria de sus familias y vecinos, por un monocultivo forestal que puede ser fugaz e incierto, y que además altera el pH del suelo, y provoca su erosión, reseca las fuentes de agua y produce cambios en los ecosistemas.
Con la repentina demanda de balsa en el Ecuador, se intensificó su tala en zonas ricas en bosques, sin ningún control. La pandemia agravó la situación porque se intensificó la tala y además se especuló mucho su precio dada la grave situación económica que se vivía en los territorios.
El control de la Policía Nacional es mínimo, sin embargo en reportes de miembros de la Unidad de Protección de Medio Ambiente (UPMA) retuvo unos 7 mil metros cúbico de balsa en el 2020 en Orellana, Esmeraldas, Pastaza y Sucumbíos por no contar con papeles ni permisos. Esto representa el 80% más que la incautada en 2019 (3).
Según datos de la Asociación Ecuatoriana de Industriales de la Madera (AIMA), las empresas “formales” de explotación de madera tipo balsa se encuentran en la costa ecuatoriana, sin embargo la extracción de balsa se ha expandido al resto del país, lo que está causando problemas entre comunidades y en bosques nativos, que son deforestados para sembrar esta madera (3).
De acuerdo a pobladores de la zona de frontera en San Lorenzo, mucha balsa entra por pasos clandestinos desde Tumaco – Colombia, y se vende en la ciudad de San Lorenzo, en centros de acopio improvisados.
La tala de balsa está afectando en gran medida al bosque del Chocó, no solo del lado de Ecuador, sino de Colombia también, representando un conflicto ambiental a gran escala.
ACCIÓN ECOLÓGICA
4 de abril 2020
Referencias:
(1) Ecuador: comuna de Barranquilla insiste en denuncia contra palmicultora por contaminación e invasión de tierras. Publicado el 01 de diciembre del 2020. Recuperado de: https://es.mongabay.com/2020/12/palma-en-esmeraldas-ecuador-comunidad-afro-contra-palmicultora/
(2) GAD parroquial San Javier de Cachavi (2016). Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de la Parroquia Rural San Javier de Cachaví. 156p. Recuperado de: http://sanjavier.gob.ec/images/DIAGNOSTICO_SAN_JAVIER__DE_CACHAVI.pdf
(3) La tala de madera tipo balsa crece en el Ecuador para sostener los proyectos energéticos renovables de China. Publicado 12 de marzo de 2021. Sección Tendencias. Ambiente. El Comercio. Recuperado de:
https://www.elcomercio.com/tendencias/energia-china-tala-ilegal ecuador.html?fbclid=IwAR0dsi-sDYgXGZ5O4OneZD5-vwP6bRJqkV3Eprvfzxm0h7u60vdP9UtyRo
© 2020 Acción Ecológica
Desarrollado por NIDO Interactive.