El año 2021 estuvo marcado por grandes desastres. A más de la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 y sus múltiples variantes, el mundo ha estado azotado por muchos eventos naturales extremos y desastres de origen antropogénicos.
Grandes inundaciones han azotado al centro de Europa, en la región de Henan en China, en Maharashtra (India); en Hidalgo (México); mientras que las sequías se extendieron en el oeste de Estados Unidos provocando graves incendios forestales. Grandes ciclones afectaron las zonas tropicales y subtropicales en el hemisferio sur, y un enjambre de tornados arrasó lo que encontró a su paso en un recorrido por los estados de Arkansas, Illinois, Missouri, Tennessee y Kentucky, éste último con las mayores pérdidas.
El 2021 fue el tercer año con más tormentas tropicales en el Atlántico desde 1851 y el cuarto donde éstas han producido la mayor cantidad de daños materiales (70.543 millones de dólares).
La dramática erupción del volcán La Palma en las Islas Canarias dejó miles de damnificados.
Los desastres no se producen sólo por la ocurrencia de eventos naturales extremos; son producto de la interacción de eventos naturales y sociales. Los entornos sociales, políticos y económicos, y la forma como se estructura la vida de diferentes grupos de personas, determinan la intensidad de un desastre. Un desastre puede originarse por causas naturales, pero que ese desastre se convierta en catástrofe depende de razones políticas, sociales y económicas.
Los grandes incendios forestales ocurridos en la Amazonía son un ejemplo de esto. Aumentan año a año en cuanto a número e intensidad, con la intención de convertir ecosistemas naturales o zonas dedicadas a la producción soberana de alimentos, en territorios monopolizados por el agronegocio.
Todos estos desastres afectan de manera muy diferenciada a las comunidades humanas más vulnerables y a la naturaleza. Además, son escenarios para implementar políticas que no serían posibles en condiciones “normales”. Es lo que Naomi Klein llama “doctrina del shock”, o “capitalismo del desastre”.
En el caso del Ecuador, hemos vivido dos grandes episodios catastróficos: la erosión del río Coca y el hundimiento de la ciudad patrimonial de Zaruma. En esta nueva serie de Acción Ecológica Opina haremos un análisis de estos desastres mencionados y terminaremos con una editorial sobre las crisis y desastres climáticos.
ACCIÓN ECOLÓGICA
18 de diciembre de 2021
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